Hay fines de semana que uno está tentado de quedarse en casa, al calor de una calefacción que lleva ya un buen rato funcionando, acurrucado en el sofá mientras se ve una (¿interesante?) película o serie. Aun así, la droga de la fotografía y el hockey, el hockey y la fotografía -que tanto monta, monta tanto- te saca de ese sopor y hace que te enfundes un abrigo y salgas a la calle camino de un pabellón, que no está cerca precisamente. El viernes, a pesar de estar lloviendo, te montas en el coche para ir hasta la localidad de Rivas en la que se disputa un derbi madrileño entre el equipo de esa localidad y Las Rozas. Con las puertas de la pista abiertas de par en par, el frío se va adueñando del lugar poco a poco y las manos, libres y sin protección, que sujetan y manejan la cámara lo van notando.
Pero, esa droga no deja de tentar y, el sábado, ni corto ni perezoso guardas un tentempié en la mochila y emprendes un viaje más largo que el del día anterior. No vas a Rivas, ni Alcorcón, no, te vas a más de 400 Km, hasta la localidad de Burguillos del Cerro, en Badajoz, una pequeña localidad de poco más de 3.000 habitantes que tiene un equipo en la segunda categoría nacional del hockey patines español y que lucha por sobrevivir y mantenerse juntando jugadores de los alrededores con jugadores catalanes que cada quince días se desplazan hasta “su” pista para jugar como locales
Casi es de noche al llegar a las puertas del pabellón municipal, un pabellón con una amplia grada y pista de parqué, que más de un equipo de Madrid para sí quisiera. Con gran amabilidad somos recibidos y, pasadas las oportunas medidas de seguridad que se hacen habituales en estos días que vivimos, nos disponemos a estudiar el lugar de trabajo en el que nos moveremos durante las dos siguientes horas. El partido no pasará a la historia de los grandes encuentros de este deporte. Tuvo sus momentos de incertidumbre y tensión, pero al final se cumplió el previsible guion, en el que el grande derrotó al menos grande.
Ya, con la noche cerrada y la cámara guardada en su mochila, volvemos a casa sin prisa, pero sin pausa, pensando más en el descanso del domingo, en el que el hockey sobre patines sólo aparecerá en la pantalla de un ordenador mientras se revisan las fotos hechas en los partidos de este fin de semana. ¡Bendita “droga” que nos saca de la apatía de esta época!